domingo, 27 de enero de 2013

UN JUEGO MUY DIVERTIDO



Había una vez un duende llamado Ping. Pin era un pequeño duende que vivía en una gran ciudad, donde nadie se conocía.

Un día recibió una carta de un compañero suyo que vivía en un pequeño pueblo a las afueras de la gran ciudad. En la carta su compañero le dijo a Ping que le fuera a visitar. A la mañana siguiente Ping cogió una gran paloma y voló hacia el pueblo de su amigo, fue un fabuloso viaje. A media mañana Ping llegó al pueblo, allí le esperaba su amigo Pong.

Después de varios abrazos, Ping le contó a Pong que en la gran ciudad nadie se conocía ni tampoco se divertía, por eso cuando recibió su carta no dudó en venir a visitarlo. Ping y Pong pasaron unos días muy divertidos en el pueblo de Pong. Los dos amigos iban a pescar juntos al río, jugaban al fútbol con otros duendes, era fantástico.

El tiempo fue pasando y llegó el momento en que Ping tenía que volver a la ciudad, le daba mucha pereza irse del pueblo porque allí se lo estaba pasando muy bien y en la ciudad donde el vivía todo era muy aburrido. Entonces Pong le dijo a Ping, ¿Por qué no inventamos un juego para que los de la gran ciudad se lo pasen bien? Ping le dijo a su amigo que era una fabulosa idea. A la mañana siguiente los dos empezaron a construir ese maravilloso juego. Cogieron una mesa y la dividieron en dos partes por medio de una red, luego cogieron dos sartenes y una pelota, uno se puso a un lado de la mesa y el otro frente a él. Seguidamente, empezaron a lanzarse la pelota y fue algo muy divertido. Como el juego lo habían inventado entre los dos le pusieron el nombre de Ping-Pong.

Finalmente, Ping volvió a su ciudad y enseñó a sus amigos ese juego tan entretenido.
Maria Francés Ripoll

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